Aragón, una comunidad de contrastes sin voz ni voto
per Carlos Marco (@cmradigales)
Imponentes montañas, preciosos paisajes en los que frondosos bosques y caudalosos ríos hipnotizan nuestros sentidos, pueblecitos con encanto, áridas llanuras o tierras de cultivo contrastan con el bullicio y el ajetreo de Zaragoza capital, una ciudad que también cuenta con sus hermosos rincones, coronados todos ellos por un emblema como la Basílica del Pilar, que se erige majestuosa junto al río Ebro. Hablar de Aragón es hacerlo de una Comunidad Autónoma en la que aproximadamente el 50% de su población reside en la Ciudad del Viento; el resto anda desperdigada por el extenso territorio aragonés, una situación que ha provocado un irremediable centralismo.
Tengo algún que otro amigo que comenta en tono socarrón que en Zaragoza es suficiente con la muerte de una paloma en la plaza del Pilar para ser noticia en los medios de comunicación más relevantes de la comunidad (Aragón Televisión y Heraldo de Aragón), mientras que el resto de los mortales tienen que romperse los cuernos y redoblar esfuerzos para conseguir algo de notoriedad en una comunidad en la que frecuentemente no se valora lo que se tiene. A veces se me pasa por la cabeza pensar en el complejo de inferioridad como respuesta a algunas situaciones, pero como no quiero terminar de creérmelo, cierro los ojos y repito un proverbio que tanto me gusta utilizar: “En todas partes cuecen habas”.
Baja densidad de población
Volvamos con los fríos datos, pero tan necesarios para que se pueda entender cuál es la situación aragonesa. Los datos más recientes que he podido encontrar hablan de que en Aragón viven actualmente 1.350.000 personas aproximadamente, unas cifras que contrastan con su enorme territorio, casi 50 mil kilómetros cuadrados, lo que la convierte en la cuarta Comunidad Autónoma más grande del país en cuanto a superficie. Metemos esos datos en una chistera y no hace falta hacer magia para conseguir darnos cuenta que Aragón tiene una densidad de población realmente baja: apenas 28 personas de media ocupan cada km2, cifras muy similares a Castilla y León, Castilla–La Mancha o Extremadura (las más bajas de toda España). Muy lejos de nuestros vecinos catalanes, que cuentan con unos 235 habitantes por el mencionado km2. Sin embargo el vértigo se hace mucho más intenso cuando te das una vuelta por el baúl estadístico de algunas comarcas aragonesas y te das cuenta que Sobrarbe (Huesca) o Gúdar–Javalambre (Teruel), por citar algunos ejemplos, no llegan ni a los 4 habitantes por kilómetro cuadrado.
Todo esto nos lleva al siguiente escalón de este análisis: en Aragón somos pocos y encima la población está muy envejecida. Solo hace falta dar una vuelta por las numerosas poblaciones que apenas cuentan con un centenar de habitantes y que componen esta comunidad. Unos lugares que poco a poco van a morir si nada ni nadie lo remedia. No hay que ser un lince para darnos cuenta que las risas de los niños ya no se escuchan jugando por las calles y que si queremos encontrar a alguien con el que charlar apenas nos cruzamos con algún que otro entrañable señor mayor que se dirige al huerto o alguna abuela que presume de nieto con las vecinas. Un nieto que con suerte se dejará pasar por el pueblo algún fin de semana y varios días para el esperado verano, cuando, estas pequeñas poblaciones resucitan durante algunas semanas para luego languidecer de nuevo con los últimos rayos del sol de agosto. Una despoblación que ha provocado que actualmente existan en el territorio aragonés alrededor de 200 localidades deshabitadas.
A ese problema hemos de sumarle la falta de oportunidades que tienen hoy en día los jóvenes, situación que les lleva a abandonar su tierra para buscar mejor suerte en otra comunidad autónoma o en el extranjero. Según unas informaciones aparecidas el pasado mes de abril en el periódico Heraldo de Aragón, más de diez mil aragoneses entre 20 y 35 años han abandonado la comunidad aragonesa en el último año, y hasta 40 mil se han marchado en el periodo comprendido entre 2008 y 2013.
Tasa de paro inferior a la media nacional
Dejemos a un lado los malos augurios y las lamentaciones y centrémonos en las cosas positivas. Por ejemplo, las cifras de paro en Aragón son inferiores a la media española, ya que cerró 2013 con una media del 20,57%, y por ejemplo en Huesca, la que mejor datos tiene de las tres provincias, puede “presumir” de tener unas cifras que rondan el 19% (varios puntos por debajo de la media nacional). Una de las claves es la diversidad en los puestos de trabajo, desde la ganadería y la agricultura al sector servicios, el mantenimiento de fuertes empresas de diversa índole en la zona y el siempre bien recibido turismo. No hay que olvidar que Aragón cuenta con varias estaciones de esquí que atraen cada año a miles de amantes de los deportes de invierno. La creación de Motorland Aragón, un complejo dedicado al mundo del motor ubicado en Alcañiz y que entre otras pruebas acoge diversas competiciones a nivel internacional, también ha dado mucha vida al Bajo Aragón. Una zona en la que el tambor y el bombo son protagonistas en Semana Santa, cuyos días se viven con una intensidad que la convierten en algo diferente y único en España.
En el caso que nos decantemos por hacer una ruta por sus pueblos más espectaculares, no pueden faltar en la lista: Albarracín, Sos del Rey Católico, Daroca, Loarre y su castillo, Canfranc y su estación, las ruinas de Belchite Viejo, Jaca, Aínsa, Valderrobres, Alquezar… y un sinfín de lugares que harán las delicias de aquellos aventureros que les gustan combinar la tranquilidad con el turismo. Aunque como una de las joyas de la corona la encontramos en el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, localizado en el Pirineo oscense y que recibe una media 600 mil visitantes al año que se acercan hasta allí para disfrutar de la naturaleza en estado puro.
Mucho por mejorar en las comunicaciones
Las comunicaciones a grandes rasgos han mejorado, sobre todo tras la finalización de la autovía que une Lérida con Huesca, y también con la puesta en marcha de la autovía Mudéjar que ha dejado a Teruel y su entorno en una situación mucho más ventajosa a la hora de desplazarse por carretera. Por su parte, Zaragoza siempre ha estado en un enclave privilegiado y siempre ha sido un referente a la hora de gozar de buenas comunicaciones. Si hablamos de las vías que unen la mayoría de pueblos de la comunidad, nos encontramos con carreteras estrechas, mal señalizadas y en muchos casos en un avanzado estado de deterioro. En cuanto al transporte público, mejor ni hablamos… Las grandes compañías solo buscan rentabilidad y el Gobierno de Aragón en muchos casos no ha sabido dar el empujón definitivo para que la vertebración del territorio no se vaya al traste por no hacer un esfuerzo a tiempo. Por ejemplo, la línea que une Lérida con Zaragoza en un tren regional es utilizada por numerosos estudiantes y también por trabajadores que la usan diariamente, pero no debe ser muy rentable para los que la gestionan, porque desde hace años se habla de una reducción de frecuencia o incluso de su desaparición.
Como colofón no puedo olvidarme de hablar de un hombre que falleció en 2010, uno de los hombres más carismáticos que ha dado Aragón en las últimas décadas. Cantante, escritor, profesor y político eran algunas de las profesiones de José Antonio Labordeta, quien ante todo era aragonés. Un hombre con ganas de defender su tierra, con un espíritu emprendedor y siempre con la ambición de sacar Aragón adelante. Ahora en su ausencia se echa de menos un hombre que tenga lo que hay que tener para defender Aragón y repetir su famoso: ¡A la mierda! en el Congreso de los Diputados en 2003, un lugar en el que ahora mismo Aragón no tienen ni voz ni voto.