Home Internacional El Curioso caso de Julian Assange

 

Es mucho lo que se ha dicho estos días sobre el curioso caso de Julian Assange. Medios nacionales e internacionales adoptan posturas contrarias sobre tan controvertido personaje, pero todos ellos convergen en la interrogante sobre el papel de Ecuador en este caso.

No se puede negar que detrás de toda actividad estatal, subyace un interés político de fondo, cosa que sucede en todas partes del mundo, así que la pregunta que me ronda la cabeza es el interés que ha tenido Ecuador, Correa o Julian Assange en esto. A evidencia de mis ojos, el señor Assange es un perseguido político, pero también legal, lo cual no quiere decir que sea más o menos justo, y por lo tanto, tiene todo el derecho a recurrir a cualquier instrumento jurídico nacional, internacional o extraterrestre si fuera necesario. Ante todo lo que tiene encima es normal que este confundido y asustado, y como no estarlo. ¿Pero, por qué Ecuador?, ¿Por qué de los 193 países de la ONU es el ex canciller del Ecuador Kintto Lucas quien en 2010 ofrece al señor Assange acogerle en Ecuador?

Hace ya algunos meses que el gobierno de Rafael Correa entró en una espiral internacional de criticas tanto de medios internacionales como de organizaciones no gubernamentales, que no independientes, sobre la libertad de expresión siguiendo los casos de los periodistas Juan Carlos Calderón y Christian Zurita que fueron condenados al pago de 2 millones de dólares cada uno por el juzgado quinto de lo penal de Pichincha. La razón, el daño moral causado por la publicación del libro “El gran hermano”, que revelaban supuestos contratos entre el Estado y el hermano del mandatario, Fabricio Correa, hoy posible candidato a la presidencia. También fue conocido y criticado por las Relatorías para la libertad de expresión de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la ONU, la condena a 3 directivos y un periodista al pago de 40 millones de dólares y de cárcel, por la publicación de una columna injuriosa.

No tengo la información para analizar estos casos, sin embargo puedo decir que los medios han tomado parte desde la primera vez que cogí un periódico en la capital, y es conocida la oposición de uno de los principales periódicos del país a la gestión del mandatario. También puedo decir, que este gobierno ha construido una infraestructura institucional que utiliza todos los medios estatales para llevar el mensaje que mejor conviene al presidente. Por otra parte, y creo que es lo importante del caso, es que a nadie gusta los adjetivos altivos y denigrantes con los que en las cadenas sabatinas el presidente ataca a la izquierda, a la derecha, al centro, al indígena, al periodista, al catedrático y a mi abuela. Y que Dios proteja a la Reina de Inglaterra.

Por ello se ha mantenido la tesis de que es una estrategia mediática del gobierno para no sólo mejorar, sino erigir la imagen del país, como baluarte de la libertad de expresión a nivel internacional. Yo no sé si me tomaría tantas molestias con tal fin, lo que si sé, es que el país no es de todos, si no de Assange, aunque nunca llegue a venir y aunque ni si quiera me importe, lo que me molesta es que digan que Ecuador es un país chiquito pero grande en soberanía, porque no por ello vamos a emprender menesteres absurdos que en nada nos ayudan. El señor Assange, al cual admiro, ha ganado tiempo y apoyo mediático, y aunque los canales diplomáticos oficiales occidentales se empeñan en mantener que Estados Unidos no tiene ningún interés en el caso, es evidente la muestra de rechazo, con tintes de venganza, que despierta la figura de Assange en la clase política norteamericana, e incluso en manifestaciones abiertas de periodistas de cadenas importantes de condena y castigo al fundador de Wikileaks, aunque a él no le gusta llamarse fundador de la organización. El presidente Correa por su parte, gana notoriedad, debate e incluso prestigio en ciertos sectores de izquierdas internacionales sobre su lucha por la libertad, y Ecuador qué, Ecuador qué gana, no gana nada. En un contexto de absoluto caos, vergüenza y absurda inoperancia de una institución tan elemental para mi libertad, como lo es el Consejo Nacional Electoral, que no es capaz de garantizar ni el sistema informático con el que operan y que se gastan millonadas en revisiones de firmas y en campaña publicitaria para intentar defender su prestigio, que no me vengan con el curioso caso de Julian Assange, pues es curioso que ante el momento histórico que se le presenta a mi pueblo, yo les tenga que hablarles de esto.

Alejandro Calderón

Politólogo. Analista de asuntos de migración e integración. Asistente de investigación para el Instituto de Estudios Avanzados en Ecuador.

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